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Autocensura en Catalunya

El llamado oasis catalán, en donde todo era políticamente correcto y nada se salía de la normalidad, ha explotado este otoño. Lo que se consideraba una institución modélica como el Palau de la Música resulta fue sistemáticamente expoliado durante 20 años y todos los organismos de control, comenzando por los oficiales, han sido incapaces de detectar las anomalías. Luego llegó el juez Garzón y metió en la cárcel a Prenafeta y Alavedra, dos históricos del pujolismo más rancio, así como al alcalde de Santa Coloma de Gramenet, por un montón de delitos relacionados con la corrupción urbanística. La plácida existencia de la sociedad civil catalana, en cambio, no se ha visto alterada por la elección del seleccionador catalán, que recayó en la persona de Cruyff. El holandés, al que no le ha dado la gana de hablar en catalán en los más de 30 años que lleva residiendo en Barcelona, hace poco insultó y despreció al catalán al decir que “es un idioma inútil, que no sirve para nada”.

Al mismo tiempo, Fofó Sala Martín, el hombre de las chaquetas raras, que se perfila como el delfín de Laporta, afirmó que “los españoles son unos cazurros”, una actitud impropia en una persona que aspira a presidir al Barcelona. Los barcelonistas de España entera, que salieron de las catacumbas en los años 90 y desde entonces no han cesado de crecer en número, han sido vilmente despreciados por un directivo que aspira a ser presidente. Los vilipendios de Cruyff hacia el catalán y de Fofó Sala hacia los españoles no han merecido espacio en los medios de comunicación catalanes, en los que existe una especie de autocensura, la peor de las censuras, en todo lo que se refiere a las atrocidades de gentes afines al Barça, con Laporta al frente. Esto, sin embargo, no ocurre en asuntos como los referidos del saqueo del Palau o la corrupción municipal en una curiosa inversión de valores, puesto que mientras en estos casos hay barra libre informativa, en los que se refieren al Barça existe auténtico miedo a que Laporta se enfade.